viernes, 9 de julio de 2010

Crónica

El capítulo de San Antonio >>Se suponía ese ansiado y ansioso viernes (calificación de la jornada) que el ex-presidente más polémico que jamás haya conocido este país (opinión) llegaría a las nueve de la mañana, en un vuelo privado que lo dejaría en el aeropuerto de San Antonio del Táchira (información). Efectivamente, a ese terminal aéreo arribó, pero no a la hora prevista, y fue allí cuando empezó el calvario de quienes se proponían cubrir para los medios el suceso (interpretación que se justificará con la narración que vendrá a continuación). >>El rubiense, quiérase o no, tiene un poder de convocatoria que difícilmente puede ser comparado con el que pueda poseer cualquier otro político venezolano (interpretación justificada con lo que viene a continuación). Empezando por el que ejerce sobre los medios de comunicación, cuyos periodistas se encontraban apostados en el mencionado aeropuerto desde muy temprano en la mañana. Y siguiendo con el que se percibe en la gente, debido a las decenas y decenas de personas que acudieron al aeropuerto para verlo llegar. Pues bien, el ex-presidente llegó alrededor de las 11 de la mañana, y una vez superado el tumulto acumulado en la escalera de la avioneta que lo trajo, pasó directamente a las afueras del aeropuerto, dejando con los crespos hechos a los periodistas que lo esperaban para la rueda de prensa. Los pobres, tan hambrientos de comida y de noticias, tendrían que esperar un rato más. >>Con el recién liberado ex-mandatario que cometió esa “maldita malversación” –según lo había dictaminado la Corte Suprema de Justicia unos meses atrás—(mención de antecedentes) estaban algunas personalidades bastante conocidas, como por ejemplo, un ex-gobernador del Táchira, un antiguo ministro del Ambiente y un respetado dirigente político merideño (información). Todos estos fieles seguidores del destituido Presidente tuvieron que pagar el precio de esa lealtad, al atenerse a las medidas que decidió adoptar el cogollo del partido al que pertenecían. Acuérdense muchachos, “guerra avisada no mata a soldado y si lo mata es por descuidado” (en esta parte, el cronista cuenta con el saber previo del lector, pues hace referencia a las expulsiones decididas por la dirigencia de Acción Democrática contra aquéllos que fueron leales a Carlos Andrés Pérez). >>Una vez vivido su momento de gloria con la gente que fue a recibirlo, el hombre que sí camina tuvo la amabilidad (ironía) de conversar con los reporteros, y la esperada rueda de prensa se realizó. Es bueno destacar que quienes no conocían el fronterizo terminal aéreo esperaban un cómodo salón VIP que les proporcionara todas las facilidades para la sesión de preguntas y respuestas. Lástima, se decepcionaron al comprobar que la dichosa sesión estaba pautada en la estrecha cafetería aeroportuaria. Al menos el muchacho que hace café y los sandwichitos tuvo la oportunidad de ver de cerca de su paisano ex-presidente (ironía). >>La aburrida reunión (opinión) con el antiguo Jefe de Estado estuvo amenizada por la banda de mesoneros (ironía) que dejaba caer cada 43,8 segundos una sarta de botellitas de agua mineral (hipérbole); lo cual no importaba mucho, puesto que el ex-presidente no le prestaba mucha atención y seguía hablando sin parar –que dicho sea de paso, es algo que hace con un esfuerzo sobrehumano (ironía). De todas maneras, los mesoneros se merecen un reconocimiento por los servicios prestados. >>Otro detalle importante fue la irritación que estaban causando los camarógrafos a los asistentes en general. Expresiones como “dame un ladito, pana” o “siéntate vale que me tapas la cámara” eran contestadas con frecuencia con un “no me quito chico, no me da la gana”. Y para colmo de males, la maraña de cables de cámaras y micrófonos le iba provocando un ataque de histeria a más de uno. Al finalizar, el polémico dirigente político se fue con toda su comitiva a su localidad natal. >>Lo que vendría a ocurrir luego, en Rubio, merece un capítulo aparte. >>(Esta crónica se escribió en 1996, a propósito de la primera visita al Táchira de Carlos Andrés Pérez, luego de que terminara de cumplir su sentencia de prisión domiciliaria por malversación de fondos durante su segunda gestión presidencial). >> >>¡Ay, qué decepción con Irene! >>El encuentro de la alcaldesa de Chacao con los estudiantes universitarios había despertado con antelación las expectativas de todos. Toda rubiecita, toda candorosa: Irene Sáez iba a hablar sobre su gestión, sobre sus planes; repartiría besos, apretones de mano y autógrafos por doquier; en definitiva, sería del agrado de todos. Pero, ay, esa alcaldesa es muy ocurrente (interpretación basada en lo que a continuación se describirá). >>Resulta que la ex-miss quería impresionar a todos más de la cuenta. Y vaya que lo hizo, porque, como abreboca, a la Sáez se le ocurrió la espectacular idea de hacer su arribo en helicóptero. Como principio no estaba nada mal, ella es muy presidenciable, y como tal, nadie podía criticarle tal exceso (ironía); además, logró lo que indudablemente buscaba: poner a la gente histérica. Porque de verdad que así estaban los estudiantes con la llegada de la “barbie” (metáfora); parecía que llegaba una estrella hollywodense. Lo único que faltó fue una fanfarria, así como las consabidas pancartas con el lema “Irene, te amamos” (ironía). >>Pero después del aterrizaje del helicóptero, vino la torta (metáfora, bastante coloquial por cierto). Cuando todos esperaban ver descender del aparato a la catirita se toparon con la sorpresita: estaba vestida con bata guajira y en alpargatas. Qué tal. Y eso no fue todo, porque, oh, horror de horrores (ironía), a la niña le dio por venir nada más y nada menos que ¡con el cabello negro! La gente estaba decepcionadísima, no podían creer que ahora fuera morena y que estuviera ataviada de esa manera. Una mujer tan glamorosa, con tanto “charm”, no podía quebrantar su imagen de esa forma tan lamentable, como dijeron algunos (información) cuando se llevaron el porrazo. >>“Aquí estoy mis queridos estudiantes, me siento sumamente feliz de estar entre ustedes y poder compartir mi voluntad de que al fin decidí lanzarme a la candidatura presidencial para el ‘98” (información). Tal fue su primer comentario, luego agregó que el comienzo de su campaña lo marcaba ese cambio de apariencia hacia un “look” más criollo. Pero ese cambio no gustó (opinión, aunque podría ser una interpretación basada en la observación de las reacciones de la gente hecha por el cronista). Quizá porque ya no existía la “muñequita” por todos querida. ¿Será que sí gana en el ’98? >>(Esta última es una crónica imaginaria, pues los hechos relatados son ficticios. Sin embargo, el cronista hizo uso del humor y la ironía en gran parte del texto para poner más pintoresco el pasaje narrado. Es válido el empleo de un tono humorístico, siempre y cuando el hecho narrado en la crónica se preste para ello).

No hay comentarios:

Publicar un comentario